Mi primera noche
Pasaban las horas en aquel bar y
mi incertidumbre crecía y crecía hasta que oí a alguien decir que iba a conocer
el cuartel y yo seguidamente le dije que me apuntaba a ello.
Salimos de aquel bar y éramos
unos seis o siete tíos andando por aquella acera larga y recta que nos llevaba
hacia allí, y veíamos a los soldados que venían de delante y que seguramente se
disponían a dar su vueltecita diaria hacia el pueblo.
No había ninguno que no se
metiese con nosotros, se reían y se alegraban de nuestra presencia. A mí me
llamo mucho la atención el color de los galones y le preguntaba a los míos que
porque eran verdes, no entendía el cambio de color porque en el CIR todos eran
rojos uno de ellos me dijo que se lo preguntase a uno de ellos y me lo dijo
como para que me callase. Allí venia por nuestra misma acera, un cabo muy bien
presentado con esos galones verdes y que se iba a cruzar con nosotros y yo me
dije, le preguntare a él. Cuando se
acerco me dirigí a el de la forma más estúpida posible. Lo juro. OIGA ME PODÍA
USTED DECIR POR FAVOR PORQUE SUS GALONES SON VERDES Y NO ROJOS. Aquello no era tío
porque en un segundo perdió los papeles y dijo. QUE PASA, ERES IMBÉCIL, QUIEN
COÑO TE CREES QUE ERES PARA DIRIGIRTE A MI DE ESA FORMA. VAMOOOOS TODOS A LA
PARED. Dios espaldas a la pared y el tío a bocinazos diciendo que si le estábamos perdiendo el
respeto y que llevábamos muy poco tiempo para hacer el tonto de esa forma y
todo eso a grito pelado en medio de la calle. Todos mis demás compañeros mudos
y entonces me dijo. COMO TE VUELVA A
DIRIGIRTE A MI O TE VUELVAS A ACERCAR SIQUIERA TE VOY A DAR UNA OSTIA QUE ESA
CARA DE TONTO TE LA VOY A PONER DE TU COLOR FAVORITO PEAZO DE GILIPOLLAS. Yo lo
salude muy en silencio y bastante en serio sin sonreír y no porque quisiese
sino que no me salía en aquel momento ninguna sonrisa. Cuando aquel tipo se alejo mis compañeros de
paseo se fueron hacia mí y me zarandearon, agitaron, amenazaron y desafiaron a ver
si era capaz de a hacer o decir algo más.
Ya me estaba sintiendo un poco
frustrado y me preguntaba que si aquel cabo me trato así, ¿cómo me trataría un capitán?
El cuartel era largo, grande limpio y desde la otra acera veía su patio central
interior con una fuente que se oía el chorro de agua continuo cuando ya
empezaba a oír que sobre las diez de la noche empezaríamos a entrar para formar
y así fue. Yo no quería entrar de los primeros así que tarde en entrar y entre
mas tarde de las diez cuando aquello era un paisaje desolador, terrible, era
como el infierno, miraba a cada esquina, a cada rincón, a cada persona que nos
observaba. Después de que nos sortearon en grupo a mi me toco el tercero de los
cuales ya me decían que era el peor y seguidamente entre aquel camino que lo
cobijaba ese túnel de arboles se divisaba un fondo oscuro que se vio
interrumpido por un giro a la izquierda
y bajando los cinco o seis peldaños de aquella escalera se divisaba
aquel edificio con sus ventanas cuadradas e iluminadas de blanco y sobre todos
aquella gente gritándonos e insultándonos mientras que el cabo que nos guiaba
hacia allí sonreirá girando su cabeza para contemplar nuestras caras. Los
gritos eran absurdos, extraños a veces sin sentido para nosotros y bastante cuerdos
para ellos, eran consignas, eran un espectáculo terrible sobre todo para mi
punto de vista. Las palabras eran estas: SANGRE, SANGRE NUEVA, LA PIEDRA, YA
SOMOS LA PIEDRA, BULTOS VAIS A LAMENTAR HABER NACIDOS, ENTRAD, ENTRAD,
MARICONES, OS VAMOS A PARTIR EL CULO, MAMITA DONDE ESTA MI MAMAITA. Esto no me
lo podía creer era una pesadilla pero tan real que intente no perder la cabeza,
ya alguno de los nuestros estaban demasiado asustados y deseando de llorar pero
la conciencia del cabo que nos guiaba era superior a él y por eso nos
tranquilizaba y nos decía que no nos preocupáramos que no pasaría nada y mientras
les gritaban a ellos que se callasen nombrándoles por sus apellidos. Formábamos
delante de aquel edificio contemplando su gran número tres de la puerta y su lamentable
espectáculo, y empezó a nombrarnos fulanito, menganito, sotanito, a los números de habitaciones encomendadas y
a mí junto con mi nuevo grupo entramos en el ala izquierda del edificio. Cada
habitación tendría unas doce camas en seis muebles de litera distribuido con
sus doce taquillas, necesariamente no tenían todas que estar ocupadas pero
nosotros éramos seis y allí había tres más. Se incorporaron todos los nuevos a
las habitaciones quince minutos de prepararnos para dormir y hasta mañana. Al
menos eso decía las normas pero parece ser que aquella noche no había normas,
aquello era una feria, los grupos de veteranos denominados por ellos mismo como
“la piedra” empezaban a hacer sus sondeo y yo empezaba con todas mis fuerzas a
procurar parecer lo más normal para pasar desapercibido. Lo estaba consiguiendo
y estaba a punto de hacerlo cuando entro aquel soldado DIOS. EL SOLDADO DEL
BAR. Con varios soldados compañeros suyos, el en el centro de ellos que cuando
lo vi me volví de espalda, pero no me iba a servir de mucho, el me buscaba y se
fijaba en la cara de cada uno, aquellos que estaban en las sombras lo invitaba
a grito pelado a que le enseñase la cara
y les decía: A VER TU NO. Así uno tras otro y otro tras otro mientras lo oía
maldecir diciendo que no iba a tener tanta suerte, así que disimuladamente abrí
mi puerta de la taquilla y haciendo como el que la estaba organizando su puerta
me cubrió de cuerpo entero y estaba ocultándome con éxito mientras pensaba que
grande era aquel cuartel, mira que era grande y me tenía que tocar con aquel
tío pero que va no pudo ser ya no me pude ocultar mas, se acerco a mí y me
dijo: A VER, A VER. TUUUUUU, TU ERES EL DEL BAR, QUE SUERTE HE TENIDO JA, JA,
JA, QUE PEQUEÑO ES ESTE CUARTEL JA, JA, JA, HAS CAÍDO AQUÍ Y EN MIS MANOS, ERES
MIOOO, JA, JA, JA, AH. Y se reía y reía.
Entonces le dijo a sus compañeros:
-SABES QUE ME DIJO ESTE
GILIPOLLAS, PUES ME DESAFIÓ A QUE VINIESE A VERLO. JA, JA, JA, Y QUE SERIA UNA
VISITA MUY ROMÁNTICA. JA, JA, JA. Todos reían mientras él decía ESTE ES EL
CHULITO DE QUIEN OS HABLE.
Empezaron a venir de todos los
sitios se inundo la habitación de aquellos rudos soldados que en sus caras se
veía el tiempo que llevaban allí. Se lanzaron todos a la vez, sentí los primeros cogotazos veía que iban a
empezar a golpearme con más fuerza y comencé a cubrirme mientras aquel soldado
separaba a sus compañero e impedía los golpes diciéndole a los suyos que no me
tocasen que era propiedad de él. Era un tipo con bastante peso entre los demás
y entonces me pidió mi llave de la taquilla y mi candado y me pidió que me metiese dentro de la
taquilla, así que entre en aquella oscura y fresca taquilla metálica, entre encogido
con las piernas juntas y el cerró el candado y desde fuera me dijo:
-VAS A CANTARME LA CANCIÓN DEL
CARRO DE MANOLO ESCOBAR, DUDO MUCHO DE QUE NO LA SEPAS PERO SI NO, CANTA LA QUE
TE DE LA GANA, SI QUIERES SALIR CON QUE VE ELIGIENDO LA CANCIÓN. VAMOOOOS. O TE
JURO QUE DORMIRÁS AHÍ DENTRO HASTA EL TOQUE DE DIANA.
La poca dignidad que me quedaba
me obligo a mantenerme en silencio y no cante ninguna canción y allí me quede, Pensaba
dos cosas por mi cabeza, una de ellas era si serian capaz de dejarme allí hasta
por la mañana y la duda hacia que me quedase allí solo para certificar con
aquello que la cosa iba en serio y la otra cosa que me pasaba por la cabeza era
la seguridad que yo tenía de que allí no estaría yo hasta por la mañana eso
seguro de eso estaba más seguro que de nada. Espere unos cinco minutos y la
cosa se calmo parece ser que todo había acabado y el silencio continuo y se
hacía largo, se convertía en triste soledad a la vez que me hundía en la
desesperación solo por el simple hecho de sentirme completamente ignorado y
olvidado cuando de pronto se oyó aquella corneta tocando el silencio mientras
yo me hacía sentir que estaba en un ataúd, que era algo como la muerte en vida
cuando todas las luces se apagaron daba la casualidad de parecer estar muerto y
yo tenía que vivir. Tenía que sentirme vivo y prefería que me pegasen, que me
arrestasen, que me humillasen antes que seguir así y comencé a cantar pero el
carro de Manolo Escobar estaba ya demasiado repetido y elegí aquella canción
del ruiseñor de las cumbre por cierto muy apropósito dado el destino que me
esperaba. Retumbaba y amplificaba de escándalo, al menos a mi me lo parecía
desde el interior de la taquilla, claro metálica y con rejillas de ventilación
aquello parecía un bafle e iba a empezar con Joselito pero el repertorio mío
podía dejar a Frank Sinata en babuchas y hubo reacción, valla que si la hubo.
La canción en el silencio de la
noche y esforzando el eco como de pito se iba a pasear por los pasillos y por
las camaretas con toda seguridad que si yo me quedaba allí en la taquilla no
iba a dormir ni el gato de eso también estaba bastante seguro y comenzó como
una melodía de seducción:
“SOYYY UN PROBE MONAGUILLOOO QUE
NO TIENEEEEEEE MAS CONSUELOOOOO QUE SOÑAR CON UNA ESTRELLA QUE MAS GRANDE QUE
UN LUCEROOOOOO. SOY UN POBRE MONAGUILLO”…
Es una lástima que no me acuerde
de la letra porque cantaba y cantaba cada vez más alto con el torrente más vivo
cada vez con mas entusiasmo y las carcajadas no tardaron en llenar y desde la
oscuridad aquellos miedos se convertían en carcajadas esperpénticas que nadie sabía
de dónde venían con tanta oscuridad. Pero las carcajadas se convertían poco a
poco en gritos reclamando silencio, empezaron a oírse las primeras voces de los
cabos primeros dando bocinazos mandando silencio gritando desde la escalera el
nombre del soldado y ordenándole que parase todo aquello y buscando al ruiseñor
cabezón de las cumbres, se acercaron a mí y me mandaron a callar pero yo seguía
y seguía como el que no oía nada, interrumpí solo un momento para informarles
que me habían metido allí y que como dejase de cantar seguiría allí dentro. Las
voces reclamando la presencia de aquel soldado que me había metido allí no
paraban, así que no tardo tiempo en abrirme y sacarme de allí de un manotazo,
entregarme las llaves y el candado y me dijo que me acostara y que no me
imaginase siquiera que se había olvidado de mi, prohibiéndome rotundamente que
no volviera a cantar en todo el tiempo que estuviese allí. Los cabos primeros le
recriminaban a aquel veterano soldado todo lo que allí se había formado y entre
todos ellos se fueron riéndose.
Mis compañeros de habitación me empezaron
a recriminar a mí sobre lo sucedido y me decían:
-ESTAMOS BIEN APAÑADOS SI TODAS LAS NOCHES VAN A HACER COMO ESTA.
La Señora soledad junto al Sr.
Silencio fueron otra vez a hacerme compañía pero yo estaba en mi cama, arropado
con un enorme y vistoso techo de cuadritos que no era más que el somier de otra
cama que lo cubría y que se hacía agonizante, cuando de pronto una voz apareció
sobre la oscuridad una voz que gritaba mi apellido y mi lugar de origen, la voz
se identifico con su apellido y su lugar de origen.
La voz decía así:
-OYE, OYE ME GUSTO MUCHO TU
CANCIÓN DEL MONAGUILLO, ME A EMOCIONADO MUCHO ME RECUERDA A MI TIERRA.
Aquel tipo de verdad que lo dijo
en serio y provoco otra vez las carcajadas de l
a habitación yo lo mande a
callar y él me dio las buenas noches, entonces el soldado de guardia nocturna
me mando a callar a mí. Y se marcho maldiciendo:
-MALDITOS BULTOS NUEVOS DE LOS
COJONES CADA VEZ VIENEN PEORES Y MAS MOÑONES.
saludos a las piedras de berga
ResponderEliminar