No sé si he dicho en alguna que otra ocasión que no
se puede comparar con arte cualquier cosa que sea necesaria para el cuerpo, así
que una pequeña o gran dosis de algo que tu cuerpo necesite y que este se lo
agradezca a tu espíritu que sea natural como la vida misma no se puede
considerar arte como tampoco se puede considerar artista a una persona que
contribuye a realizarlo. Tomarse una pastilla de Oka no es arte en eso no hay más
remedio que estar todos de acuerdo.
Un buen acto sexual compenetrado sincronizado y bien
acoplado no se puede definir como arte así como el acto de comerse con muchas
ganas un buen bocadillo de mortadela con aceitunas.
Por eso cuando oigo que la gastronomía no es arte yo
cada vez tengo más dudas sobre el tema ya que el arte también se suele definir
como la sensación de estremecimiento que te puede producir cualquier obra
realizada por un ser humano que llegue al fondo de del alma del otro ser humano
captado mediante cualquiera de tus cinco sentidos.
Me vengo a referir con esto que a veces hay cosas
que te hacen sentir un placer natural que tu cuerpo siempre te lo agradece y yo
como no conozco mucho las habilidades culinarias de la cocina porque soy torpe
por naturaleza tengo que agradecer a ella de haberme dotado con determinados
sensores para poder valorar y reconocer aquellas pequeñas sensaciones que te
producen el placer de ver, tocar, palmar y degustar.
El otro día paseaba por la alameda del rio con un
amigo y me dijo este, -Te apetece una ensaladilla del 22 y pensé para mí Este tío
esta delirando y dije venga y pulse el botón del semáforo ese saborio de la
calle la vega como para cruzar y entonces el me dijo que no había que cruzar el
puente chico para ello porque la ensaladilla estaba allí mismo junto a la
esquina de aquella famosa heladería de siempre, entramos allí y efectivamente descubrí
que el nuevo bar lo llevaba chavales jóvenes podrían ser los hijos de Diego el
del 22 dos chavales jóvenes pero la ensaladilla era la misma, aquella misma
maravilla de los 80 y los 90 con su lechuguita y su sabor picantito que cuando
la deguste me recordó a aquellas dos ensaladillas de Chiclana como era esta
misma y la del restaurante cachito que se mezclaba con aquellos picos y aquella
cerveza y que te sabían a gloria bendecida.
No sere yo quien le prohíba a usted a que haga
ensaladilla en su casa y que le ponga mahonesa de marca y que le eche lo que se
le apetezca pero le sugeriré que si usted tiene una mañanita libre con su
pareja no deje de degustar este pequeño manjar y ya que lo va a hacer le
recomendare también el modo que mejor yo lo haría.
Primero. No lo haga usted los días de lluvia ni los
de frio ni siquiera los días nublados, aproveche usted esos días que tanto
abundan en este pueblo al cabo del año, mañanitas de calor o primaverales.
Segundo hágalo uste con una buena compañía que no
sea ridícula sin tener que preocuparse de quien va a pagar porque yo conocí a
muchos que pagaban y después no hacían bien la digestión.
Tercero: no cambie la bebida y procure siempre que
sea cerveza y servida en copa y muy fría, nunca con pan y siempre pico y de los
gordos a ser posible.
Cuarto: Y por ultimo lo más importante, no repita,
piense que es un aperitivo y vete de allí con ganas de otra porque no dejara de
repetir en muchas ocasiones.
No sé si las nuevas generaciones sentirán algún día
cuando nosotros no existamos la nostalgia de las pizzas mezcladas con algún
resbull o Moster que no llegaremos nunca a entender porque nuestro cuerpo no está
hecho ni fue construido para recibir ese nuevo conglomerado de sustancias químicas,
el caso es que tengo que decir que disfrute de mi cerveza y mi ensaladilla
picante del 23 porque lamentablemente ya el 22 se lo comió el tiempo con la
misma facilidad con la que yo me comía aquellas lindas ensaladillas.
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