Había llegado un nuevo profesor a la clase, un
profesor con aire nuevo y nunca visto, rubio, alto, medio calvo, con gafas metálicas
finitas y niqueladas y barbas rubias que destacaba de todos los formatos habidos
y por haber de los profesores que ya conocíamos.
Este individuo para colmo medio hippie, medio
artista, medio bohemio yo diría que era medio de todo y para mí algo fuera de
lo común. Tenía gran afición al dibujo y a la pintura y fue por eso que
enseguida nos compenetrábamos y nos llevábamos bien. El no era muy del norte
pero tampoco era muy del sur yo diría que sería de por en medio como siempre. Sus
orígenes eran parecido a Don Quijote así que sería por algún lugar de la mancha
que no me acuerdo si lo llego a decir o no.
Un día llego a clase y nos dijo que en el lugar
donde nació se bailaba una danza y nos advirtió que la iba a bailar pero que al
que viese riéndose le pondría un cero patatero así que se puso las manitas
detrás y empezó a dar saltitos en medio de la clase. Era muy buena persona y jamás
maltrato a nadie y era bastante educado, todo un ejemplo a seguir, pero el día
de la danza cayó lo menos diez o doce ceros y uno fue para mí.
Sus ideas eran nuevas e innovadoras así que un día
nos propuso crear un periódico y repartió los cargos y las responsabilidades
quedándoseme gravado el funcionamiento de un periódico y mi responsabilidad como
redactor del mismo y encargado de la pagina de dibujos y humor. La primera
tirada fue un rotundo éxito, los alumnos algunos muy participativos contaban
sus experiencias y en cortitos y atractivos artículos redactados en Olivetti y
fotocopiados en multicopistas montamos cada ejemplar y lo tiramos a la calle
quedándonos bastante satisfecho con nuestro trabajo y nuestro limitado sentido creativo. Aquella época era una época
de luz y brillantez en todo lo que se meneaba y se moviese daba la sensación de
que se podía hacer de forma diferente todo lo que te propusiera.
Era una época tan esperanzadora y con tal sensación
que se palpaba en el aire la constante brisa de libertad por todos los sitios
por donde pisase, todo lo nuevo era atractivo a la vista, la moda era a
practicar, las mujeres por primera vez empezaban a desnudarse en las revistas y
en el cine, pero en la vida real seguían como antes aunque todo era lo mismo nada
era igual todo era diferente, todo lo que no se había visto antes por los ojos
de cualquier chaval que estaba deseando de dejar los pantalones cortos y lo más
atractivo era lo más agradable a su vista. Sin marcas, sin iconos y sin
etiquetas.
Un día nos pregunto este maestro si queríamos
organizar una excursión a la playa de la Barrosa en bici el iría el primero y
nos guiaría por la carretera, entonces no había tanto peligro de coches y la
carretera era solitaria y frondosa de pinos verdes a sus lados, con su asfaltado
azul agrietado y sus cunetas solitarias, cubiertas de tierra y pastos mezclados
y secos por el sol que lo trajo la lluvia del último invierno. Así que pedimos
permiso verbal a nuestros padres como el nos indico y todos nos lo dieron pero
claro cuando me llego la hora de pedirle permiso a mi madre esta me dijo:
-¿No te da vergüenza ir en la bicicleta que tienes?
Yo para ir con eso no iba con nada.
-¿Y qué quieres no tengo otra?
-Es que es una bicicleta de niño chico y se le sale
la cadena
-Mi madre siempre fue muy exagerá
-Ya lo sé, pero la arreglare para mañana y me
apañare, si al menos me comprara una nueva.
-Una, no es una, son dos, una para ti y otra para tu
hermano. Tú te cree que voy a estar yo otros pocos de años con otra bicicleta
para que tú y tu hermano se lleven todo el día peleándose por ella igual que
habéis hecho con esa chiquitita.
-¡Ea! No tenía que salir el discursito de mi hermanito, ya me extrañaba
a mí que mi hermano no saliese en la conversación.
-¿Qué dice?
-¡Na!
-¿Que ha dicho? !Te voy a dar un reves por tooo eso hocicos que tiene que te voy a quitar toa las pamplinas.
-vale, vale,
-vale, vale,
¡Nada! Que ya me apañare.
No se si dije antes que mi madre siempre fue muy exagerá
No se si dije antes que mi madre siempre fue muy exagerá
Final de calle los Jardines y principio de Calle
Arenal, entrada del colegio Isabel la Católica año 1.974, 75 o 76 no más, casi
seguro.
Allí me estaban esperando unas 20 bicicletas
mientras yo con el alicate y mis nervios intentaba como podía anclar los ejes
de la rueda de detrás y montar la cadena con el plato delantero y el piñón
trasero pero una vez hecho la cadena volvía a salirse una y otra vez. Ya de
cabreo cogí la bici y tire para abajo, di unas pedaladas y cuando el profesor
me vio llegar me dijo:
-No pensaras venir en estas condiciones, anda
vuélvete para tu casa, otra vez será. Además debes de aprender que para estas
cosas tienes que venir preparado.
Después de preguntar si alguien tenía una bicicleta
que prestarme aun reconociendo que una bicicleta era una bicicleta y eso nunca
sobraba y al ver que se despedían de mí, abandone aquel deseo de visitar la Barrosa
y allá iban todos en plan verano azul niños y niñas y el profesor por delante
camino de la playa camino hacia la Barrosa.
Cuando todos fueron supe después de unos días que se
lo pasaron bomba, era lo más probable en fin para eso fueron, quizás si hubiese
ido yo jamás lo hubiese olvidado pero si hubiese ido jamás hubiese pasado lo
que paso a posterior.
Cuando volvía cuesta arriba para mi casa con aquella
pequeña bici de niño de 7 años que lo que le faltaban eran las rueditas laterales
y con esa cadena arrastrándola por el suelo totalmente desanimado me paso una
cosa increíble, alucinante, una cosa que jamás olvidare, algo que me hizo
agradecer la buena hora y el buen momento de haberme perdido aquella excursión.
Un Señor vecino de la calle me pregunto que si era
esa la única bicicleta que tenia, yo le respondí que si, y seguí hacia mi casa.
Mi madre me tranquilizo diciéndome, menos mal que no estás con ese tiesto por
la carretera. Totalmente desanimado me fui para la cocina y mi madre me llamo.
En la casapuerta cuando llegue a ella, me encontré
una aparición. Mi vecinita Pepi que era una niña morena muy hermosa, simpática
y vistosa que me atraía una cosa mala, ella era una de las hijas del vecino que
me pregunto cuándo venia con mi bici.
Pepi entre sus manos soportaba el equilibrio de una
Orbea negra brillante muy bien cuidada y totalmente equipada, Faro con dinamo,
portaequipajes, cuerdas de elásticos con enganches metálicos para atar era algo
impensable para un niño.
Pepi dijo mi nombre y añadió después.
-Mi padre quiere que te quedes con ella, dijo que ya
va siendo hora de comprar un mobilette y no sabía a quién dársela que tuviese
responsabilidad y sea digno de cuidársela. No podía pronunciar palabras y
apenas puedo recordar y mucho menos percibir aquella sensación de felicidad en
mi irrepetible vida. Aquella bici junto con otras poquitas cosas fue uno de los
bombones de la caja de mi vida
Fue mi compañera de placer y fatigas en contra y en
favor del levante, a parte de las veces que visite con ella la Barrosa no hubo
un rincón de mi pueblo que no hubiese estado yo a cualquier hora del día con mi
nueva bicicleta.
La autentica bicicleta del chiclanero trabajador, la
que levanto a mi pueblo en su época, la que salían de el por las mañanas a
trabajar, al campo, a Cádiz. La que sustituyo al borrico y la que fue
sustituida por la mobilette campera o la push minicros. La bicicleta de la bicicletas y yo tuve la
suerte y sin esperármelo siquiera de haberme caído una de ellas desde el cielo
para tenerla y disfrutarla a lo grande.
Chiclana de la frontera. mi mejor bicicleta
Chiclana de la frontera. mi mejor bicicleta
Un placer leerte Indio.
ResponderEliminarmuchas gracias
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