Recuerdo mi primer amor platónico, yo no sabía que
significaba eso de amor platónico hasta que ya fue demasiado tarde.
Aparte de que me gustaba la sensualidad de Blancanieves,
me atraía bastante la belleza de cenicienta y la finura y elegancia de la bella
durmiente, había una mujer que para mí era más que una princesa, era todo admiración
y su cara, su figura y su gesto me fascinaba, era un amor tan profundo lo que sentía
por ella que ahora me avergüenzo por un lado pero por otro me resulta bastante
agradable recordarla con nostalgia y desde la inocencia del niño que todos
llevamos dentro.
Cada tarde no faltaba a su cita para ver sus
aventuras hasta que un día me la cogieron y me la maltrataron, me la amarraron en
un árbol dos gilipollas vestidos de negro que se hacían llamar los hermanos
malasombra y que me caían una harta de gordo.
No se lo que me entró. Yo contaba con el tonto polla del capitán Tan o el Locomotoro
para que la salvase de aquella situación porque nada mas imaginarme que yo podría
ir a salvarla y harta de palos a aquellos hermanos malasombras me llenaba de
rabia. Y la torrija de ese capitán Tan y ese Locomotoro me ponía peor.
Aquel episodio no termino y dijo eso de continuara hasta el otro día y esa continuación me pareció eterna.
Aquel episodio no termino y dijo eso de continuara hasta el otro día y esa continuación me pareció eterna.
Aquella chica se llamaba Valentina y aquel amor era platónico
porque era lejano e imposible y sin compartirlo con nadie por vergüenza lo llevaba conmigo
para mis adentros.
Me imaginaba estar con ella y tenerla solo para mí,
me la imaginaba de todas las formas y posturas y me agradaba aquella sensación de que fuese solo mía y protegerla.
Pero claro yo no contaba con que la naturaleza, esa madre que tenía que realizar en
mí una inminente transformación y que uno aun yo no lo sabia me iba a obligar a apartarla de mi y de mi cabeza de la manera más
injusta, brusca e insensible.
Un día un amigo que su madre tenía un kiosco y después de salir del colegio lo ponía allí a vender y vendía
golosinas y alguna que otras revistas me llamo y me dijo:
-Killo ven paca que te vas a quedar frió. Tengo aquí
una revista con fotografías a todo color en la que se ve como unas azafatas
hacen guarrerias con el piloto de un avión.
-¿guarrerias como?
-es asqueroso, asqueroso. Yo lo veo y no me lo puedo
creer
-A ver déjame ver
El impacto que provoco en mi aquellas imágenes modifico
todo el estado de mi cuerpo porque la verdad yo no tenía la más remota idea de
que el mundo funcionaba así de aquella manera, había oído algo pero no me lo creía del todo.
Había pelos negros y rubios algunos mas que pelos eran puyones por todos lados, carne peluda como si fuesen de pollo de engorde, huracanes de pelo y orificios oscuros y escabrosos, inclusos aparatos
y órganos que ni siquiera se habían mencionado en la poquita clase que di de anatomía con el recto y con el ano.
Después aquellas azafatas no eran como princesas, no era necesario rescatarla, ni mucho menos, ellas eran
dispuestas, atrevidas gozosas, placenteras y para colmo ellas llevaban la iniciativa, hacían lo que quería
con el piloto, que el pamplao estaba a su merced con los ojos vueltos como si estuviese poseido. Se lo apañaban en la
cabina y lo único que se me ocurrió por decir fue:
¡Caraho! ¿Estas cosas no la harán en pleno vuelo?
-En pleno vuelo, tócate los guevos. Yo de mayor
quiero ser piloto
Quería ser piloto mi amigo y ahora es carnicero
A lo que yo le respondi:
¿Tú que sabes bulto?
¿acaso tú has viajado en avión?
A partir de ahora enseguida me voy a montar yo en un avión. !Mañanaaaaa!
¿acaso tú has viajado en avión?
A partir de ahora enseguida me voy a montar yo en un avión. !Mañanaaaaa!
Me fui para mi casa mientras este amigo me llamaba a
voces en plena calle sin yo hacerle caso llegue y me fui a la azotea a mirar la puesta de sol
y a pensar que lo que me venía encima que era algo nuevo, gigantesco, enorme y monstruoso que cambiaría todo el complejo químico del estado de mi cuerpo serrano.
Dejar atrás a Valentina de un plumazo no me fue muy difícil.
El shop emocional provocado por aquella revista me duro una semana pero activó el dispositivo hormonal y efervescente
y las neuronas iban adquiriendo fuerzas energías y vitalidad hasta el punto más
obsesivo. La transformación se desarrollaba por días, por horas por instante y valla con Dios la evolución
de un pokemon.
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