El Chiringui
La
carretera de medina tenía su encanto especial, conocida por nosotros como la
Cañábata que por cierto nunca supe el porqué, a sus bordes rebosaba la vida a
ambos lados como si la carretera se tratase de un rio. Asentamientos
estratégicos de supervivencia de la posguerra que sobrevivieron la mayoría del
grandísimo y bello arte de la localización de tagarninas silvestres, caracoles,
higo chumbos, espárragos y todo lo que esa campiña hasta Medina les pudo ayudar
a subsistir a más de uno de ellos.
Algunas
tardes porque no eran todas, siempre sin esperártelo aparecía una figura desde
allí con un perfil genuino y original que nos llamaba bastante la atención.
Un
tipo bajito con cara redonda con un celta sin emboquillar en los labios, casi
siempre colorao como un tomate, medio zambo, con una boina y pasos lentos, muy poco hablador y con
una mirada medio desconfiada y penetrante hacia los niños que se le acercaban
golosos a mirar lo que traía en aquel canasto. Ya acercándose por allá arriba
nos quedábamos parados y mirándolo a lo lejos cuando comenzaba su pregón, aquel
vocablo musical que lo identificaba como cosa única en el mundo.
“CHIRINNNNNGUUUUUUIIIIII”
Al oír
el pregón comenzábamos a correr todos para nuestras casa en busca de nuestras
madres para sacarle una peseta que era lo que valía lo que vendía y mi madre
decía “Como siempre a mi estas cosas me cuestan el doble” Ella lo decía porque
le tenía que dar una peseta a mí y otra a mi hermano.
Nos
acercábamos a él con la peseta en la mano y el nos daba el cangrejo porque eso
era lo que vendía cangrejos bien cocidos que nos sabían a gloria y cuando nos
despachaba a todos allí nos quedábamos todos desmenuzando cada cangrejo y
devorándolos lentamente mientras el no perdía su ritmo, su pataje, su estilo
peculiar y forma de denominar su marca, su producto, su género, su sello. Pregonando:
“CHIRINNNNNGUUUUUUIIIIII”
No
llegue a conocerlo personalmente a este personaje tan emblemático y tan
enigmático que desapareció sutilmente de nuestras vidas sin apenas darnos
cuenta, supe por comentarios al cabo de los años que era uno de los pocos
superviviente de Chiclana en la división azul y hasta allí llego todo el
conocimiento exalto o inexacto que pude saber de él.
Desde
estas pocas de letras para quien lo recuerde y lo comparta conmigo en mi
memoria tengan mi intención de llegar este pequeño homenaje de recuerdo
dedicado a su persona y a sus exquisitos cangrejos.
El
chiringui. Chiclana de la Frontera.
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