Millones de datos, millones de
talentos, millones de información a diario, cada hora, cada minuto, cada
segundo. Nos acercamos a la línea, cada vez la sentimos más cerca de la que la sintió
nuestros padres y más lejos de la que sentirán nuestros hijos.
Todo en papel, fotocopias, todo a
través de cables, de ondas, de proyección de soportes informáticos, de materiales
frágiles, vulnerables. Todo el conocimiento sobre nosotros mismo y nuestra civilización
que ya no escribe sobre las piedras ni con pinturas rupestres sobre paredes en
cuevas ocultas, eso pertenece al pasado porque resulta que somos personas mas civilizadas
y con la inteligencia mas desarrollada.
Quizás nadie se halla parado a
pensar por ser demasiado civilizado que en un inminente cataclismo inesperado la
humanidad y su rastro sea arrasado como un soplo de viento y se valla ar carajo
to, los cables, las antenas colectivas, palanganas comunitarias, disco de cd,
pendrais, repetidores, ipod y móviles de última generación para que a posterior
llegue a este planeta un futuro viajero de las estrellas y se encuentre aparte
con las mismas pinturas rupestres y la lapida de fulanito y porque estaba en mármol.
Y pueda pensar “valla civilización mas imbécil” No fue capaz ni siquiera de
firmar en un sitio mas solido.
Sin hacerse la más remota idea de que una melodía como el claro de luna de beethoven existió y se hubiese podido interpretar por otros seres de otras galaxias.
Un claro de luna. Chiclana de la Frontera
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