lunes, 8 de abril de 2013

PESADILLA 2.02



El escándalo se incrementaba y yo lo presentía antes de salir a la calle y cuando Salí vi que la gente estaba revoltosa, nerviosa. Grandes cantidades de pájaros revoloteaban en bandadas y otros formada escuadras a los lejos del horizonte y marchando hacia lados opuestos. Alguien sugirió con un gesto de su dedo índice a que mirásemos hacia donde indicaba y lo vi y entonces lo vi. 

Era un círculo en el cielo. Raro, extraño y algo inusual nunca visto que giraba y daba vueltas sobre si al contrario de la agujas del reloj compuesto de nubes blancas. El resto del cielo era celeste y limpio por lo que el círculo destacaba bastante y a la vez que giraban sus nubes, parecía que en el centro había un punto negro que cada vez se hacía mayor formando un agujero completamente negro como un ojo.
Cada vez que se miraba aquello crecía el pánico porque aquello era algo tremendamente terrible. Ya se miraba a través del agujero y se podía contemplar la noche y las estrellas a través de él con unos prismáticos y a pleno día.
Por la carretera de Fuente Amarga bajaban y subían gentes gritando porque se oían rugidos terribles a lo lejos cuando de repente se sintió el primer temblor. Las aceras comenzaban a levantarse y de los edificios caían las cornisas y yo solo estaba preocupado por mi familia que se encontraban en los pisos de Fuente Amarga a los que yo ya veía inclinados, cayéndose y hundiéndose en la tierra inclinados y enterrados a media altura.
Entré en el interior de la barriada y no los vi y tampoco pude reconocer el bloque. Desde el interior de la barriada no se veía el horizonte del Este ni mucho menos el gigantesco agujero del cielo cuando salí del centro y me dirigí a la carretera.
Fue allí donde pude cerciorarme y aceptar aquella realidad, la realidad de que era el fin inminente, imparable y solo tenía la opción de resignarme porque lo que tenía delante de mi vista era ya apocalíptico.
Una gran masa de agua se podía contemplar al Este desde Medina hacia la costa a una altura de lo menos 100 metros por encima del horizonte muy por encima de los montes distinguiéndose al fondo de la avenida de la música y que a la vez se elevaba cada vez mas sintiéndose más cerca con el grandioso agujero oscuro por encima del paisaje.
Volví hacia el interior de la barriada y conseguí entrar entre la distancia que había desde un bloque de edificio y otro para poder esperar el impacto del agua y morir de la forma menos angustiosa.
El ruido era terrible y los gritos cada vez mas agobiante hasta que no pude mas y Salí otra vez hacia la carretera. El agua ya estaba cerca y el agujero ya no era agujero era una gran ventana abierta hacia el espacio exterior. Lo que antes era cielo ahora era una parte del planeta tierra, el mismo,  el nuestro con sus distinguidos mares, océanos y continentes pero boca abajo que ocupaba casi la mitad de la ventana abierta en el cielo y que ahora estaba lleno de estrellas. Algo grandioso, espectacular y bello a la vez que terrorífico.
Fue tal el impacto visual que volví al refugio para pensar que antes de la muerte tenía que sacar mentalmente un significado a lo que había visto para morir con al menos una posible razón de lo que pudo haber ocurrido pero ya era demasiado tarde. Aquello era inexplicable tal vez como lo fue siempre nuestra propia existencia.
Así que agarrado a los hierros de aquella ventana espere el impacto y la gigantesca masa oscureció el ambiente convirtiendo todo en un oscuro manto. El impacto fue enorme, una sacudida total pero los dos bloques formaban un canuto de aire que era donde yo estaba que mientras tanto miraba a mis pies sin ver nada y el agua subía lentamente podía sentirla desde mis tobillos, rodillas y cintura hasta alcanzar mi cuello mi boca, mi nariz y mis ojos que los mantuve abiertos como rebeldía y como resistencia a la muerte pero después de ser cubierto por el agua notaba que mi existencia se debilitaba, perdía intensidad, era más débil y se apagaba poco a poco como si entrase en un plácido sueño a la vez que intentaba respirar sin poder alcanzar el apreciado aire.
Mi debilidad se sumergía en el agua y la oscuridad sin angustia, sin dolor, vencido y cansado para encontrarme con la enorme satisfacción y alegría de verme ante un repentino y hermoso despertar de madrugada.
Chiclana de la Frontera. Pesadilla 2.02



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