martes, 6 de marzo de 2012

Recuerdos de una memoria (Mi nuevo colegio)


Recuerdo un año que hubo unas vacaciones escolares tremenda, creo recordar que era el mes de octubre y todavía no habíamos pisado el nuevo colegio. !Bueno! pues con todo y con eso nos pareció corta. Aquel viejo colegio se nos había hecho pequeño y en aquel entonces su director nos había deleitado con la construcción de un nuevo colegio, el director tenia la fe de poder ser el la persona que lo dirigiera cuando lo inaugurasen.

Sus ojos le brillaban cuando nos contaba como seria aquel nuevo colegio. Nos decía que su arquitectura era algo asombrosa y nunca vista, estaba construido de hexágonos enlazados entre sí, con unos pasillos enormes que podía pasar la banda municipal y hasta tocando el himno de España, España, un comedor tremendamente grandioso y ventilado con grandes puertas, estaban ya a punto de ser inaugurado y nos decía que los materiales, las mesas las pizarras habían llegado y que había hasta un laboratorio con microscopios y hasta la réplica de un esqueleto humano.
Nuestras caras de asombro eran palpables, aquel viejo director estaba bastante entusiasmado y lo vivía, sobre todo cuando nos describía el patio del recreo, nos decía que era enorme hasta lo que no podíamos ni imaginar, nos decía que un niño se ponía en una punta y otro en la otra y por mucho que gritaran jamás se oirían el uno al otro, eso siempre y cuando no hubiese saltado el levante. Aquel profesor director era el decano del pueblo, era el que teóricamente tenía todas las papeletas para ser elegido como el nuevo director.
Llego el gran día y por mucha ilusión o ganas que tenia aquel hombre se quedo sin ser el director, es mas se quedo sin ni siquiera impartir una clase en aquel nuevo colegio, al menos yo jamás lo vi por allí. Aquel colegio se inauguro y aquel viejo profesor director se quedo con dos palmos de narices y comenzó ya a ser pasto de la historia. Un día dijeron no sé quien que no fue elegido por motivos políticos pero que vamos en aquel entonces yo no entendía ni una papa de esas cosas.
No se entiende ni ahora cuanto mas antes. 
El nuevo director era un prenda bueno, no tenía nada que ver con aquel viejo director, ese nuevo tipo dirigiría el nuevo colegio como un perro de presa sobre todo para la visión de lo que por aquel entonces eran los ojos de un niño. Allí encima de la escalera del recreo con sus manos atrás nos observaba a todos inclinando ligeramente la cabeza de izquierda a derecha con su abrigo largo y su pedazo de bufanda de lana blanca y verde como los colores de Andalucía, Andalucía. Lo tenían que querer mucho al pedazo de aparato ese, nada más por el trabajo que le costaría a esa mujer fuese quien fuese para hacerle de punto de lana esa enorme  bufanda que veces tambaleaba por el viento del norte o de levante como la bandera de viva representación de la nueva enseñanza luciéndose con los nuevos vientos.  
De todas las cosas nuevas y asombrosas que tuve que contemplar en mi primer día de clase fue una que desbordo todos mis pronósticos y fue la sensación más grande de todas las que me hubiese podido imaginar, una sensación que me paralizo después de que aquel viejo conserje en aquel amplio pasillo me señalase con el dedo la clase que me tocaba.
Al entrar en mi primera clase observe a un profesor calvete y bajito que me recordó al de la etiqueta de anís del mono, un peazo de tío y una gran persona que me sirvió de ejemplo y referencia de educación y conducta, un tío que me dio una lección impresionante, la primera lección nada más entrar en la clase.
Nada más entrar y verme la cara de asombro al ver que en la clase había niñas de la misma edad que yo, niñas de todas clases y de todos los colores, esa fue para mí la gran sensación a la que me refería cuando entré y cerré la puerta.
El profesor me miro y se dirigió a mí, me pregunto por mi nombre y mis apellidos yo se los di y el tratándome de usted me dijo.
-Haga usted el favor de salir fuera y volver a entrar
Yo era bastante obediente y prudente y le obedecí, en aquel entonces no habia otra cosa. Salí y volví a entrar y una vez dentro se volvió a dirigir a mí para decirme lo mismo que antes, o sea volverme a expulsar para volver a entrar, mientras yo lo hacia así durante cuatro o cinco veces, la clase estaba interrumpida, y sin querer y en contra de mi voluntad estaba haciendo una cosa que procuraba con todas mis fuerzas evitar y no era otra cosa que llamar la atención de todos, mientras entraba y salía de la clase y todos me observaban en silencio. Ya me estaba cansando y lo estaba tomando como una burla del profesor cuando un compañero en voz baja grito mi nombre y me dijo.
Da los buenos días ¡cohone! da los buenos días, que nos va a tener así toda la mañana.
Entonces di los buenos días.
Y el profesor dijo:
-¿Durillo de mollera?! Eh!
Y yo dije:
-¿Que?
Muy bien, dijo el, ahora que acaba usted de reconocernos a todos como personas que somos, haga usted el favor de tomar asiento y ponga usted atención y sobre todo no se distraiga.
Lo de tomar asiento eso era bien sencillo pero eso de poner atención y no distraerme, eso iba ser una cosa muy pero que muy complicada para mí.
Chiclana de la frontera. mi nuevo colegio.

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