Iba peinadito con mi pelo negro brillante, un
jersey negro con hilos blancos salteados que era una pasada y mi pantaloncito
negro también, de pinzas combinando con unos calcetines blancos brillantes y unos zapatos tan
brillante como los calcetines pero todo lo contrario porque eran negros. Los bolsillos profundos y relajantes a la hora de meterse las manos y colocarte bien puestos los atributos en
modo disimulado porque algunas veces a consecuencia de esos modernos calzoncillos los atributos viriles adoptan posturas incomodas y se colocan como a ellos le da la real gana. A aquellos calzoncillos empezaron por aquella época a llamarles slip y eran negros de licra y no acababa de acostumbrarme porque yo siempre fui de calzoncillos blancos tipo gayumbos.
Me vengo
a referir al recuerdo de una película de cuando mi niño era niño que se llamaba
Toy story y que había una maquina de esas que tienen gancho y que atrapa con el
gancho algún que otro premio, resulta graciosa la escena del astronauta cuando
trata de impedir que el gancho coja a uno de esos muñequitos verdes, todos
iguales ellos y esperando a ser enganchados y ellos miran el gancho y dicen “el
gancho es nuestro amo” el astronauta que no es de allí muy graciosamente
exclama “malditos fanáticos”