lunes, 2 de abril de 2012

Recuerdo de una memoria (jugador compulsivo)


Aquella señorita dijo: Yo seré vuestra profesora de pretecnología. Dije pa mi ¡Oju mi mare! ¿Eso qué es?
Mi primera clase será los lunes por la mañana y toda la mañana así que quiero que traigáis una cartulina blanca para pintar con tempera y dije yo otra vez ¡Oju mi mare! ¿Qué es la tempera?
Pasaron los días y yo estaba bastante ocupado con mi baraja de cartas, dibujadas y rotuladas a mano, una a una y con mucha paciencia las estaba acabando. 


Mi madre solo decía: -Dejadlo que se entretenga, así por lo menos esta distraído y no en la calle.
Entusiasmado todo el fin de semana la acabe y la lleve el lunes a esa clase que no sabía ni pronunciarla, mi intención no era otra que presumir ante mis compis de mi destreza como artista. Entramos en clase y cuando vi la primera cartulina no sé lo que me entró.
-¡Dios! la cartulina, la he olvidado.
La maestra trajo la tempera que eran botes de pinturas de todos los colores y pinceles de todos los calibres. Pregunte si había cartulinas de más y la maestra se dirigió a mí y me pregunto por mi cartulina, al decirle que se me había olvidado o sea la verdad, me castigo en un rincón mirando a la pared sin volverme, mientras en una mesa del centro de la clase puso toda la pintura y le dijo a todos los alumnos que el tema a elegir para pintar era libre y que se iba a marchar y quería que todos sus alumnos estuviesen pintando y cuanto antes.
La maestra se marcho y pasaban los minutos y las cartulinas estaban vacías y desde el rincón me volví y enseñe mi baraja de cartas y todo el mundo se olvido de pintar, querían verlas, el delegado me discriminaba que la estaba liando. Todas las chicas estaban preocupadas por no tener imaginación para pintar y le dije al delegado que le pintaba su cartulina si no me obligaba a estar tanto tiempo mirando el rincón.
El dijo: -Trato hecho
Cogí un lápiz y le dibuje un ratón mikie le dije las orejas negras los hocicos naranjas los calzones rojos, dos botones amarillos y los guantes blancos.
El delegado ya tenía trabajo y todos entusiasmados venían a la vez a que le dijera lo que tenía que pintar para dibujárselo antes. Un pato donal, calzones azules, patas naranjas, ¡ea! Otro, un pájaro loco, un correcaminos, el coyote, el piolín, Popeye, la hormiga atómica.
El delegado, ¡Cuidado la señorita corre, corre al rincón
La señorita dice: ¡ui! Que atareada esta mi clase y yo preocupada por qué no estabais trabajando pero veo que hay bastante actividad y entusiasmo así que no os voy a entretener. Se va para mí y me dice: -Aprende de tus compañeros, son personas que trabajan y no como tú que eres un vago que no te tomas la molestia ni de traer una cartulina.
La señorita dijo: -dentro de un rato traeré al director para que os vea, estoy muy contenta con esta clase. Y en cuanto a ti ya te espabilare, me decía.
En cuanto le dije a los de mi grupo –Venga terminar rápido que vamos a echar una brisca rapidita. Empezamos a jugar yo sentado lo más cerca del rincón, la puerta de clase no era de vaivén pero el director entró como un pistolero en un salón del oeste. Miro a todos los rincones y cuando miro al nuestros yo me quise morir.
-Quien es el imbécil que se le ha ocurrido de traer una baraja de cartas a una clase, yo me levante y me dijo:
-Tenias que ser tú. Ya puedes poner la baraja encima de mi mesa y prepárate para esta tarde que tengo aquí mi clase de matemáticas y a ver si eres capaz de llevártela a tu casa, que te vas a enterar. Cogí las cartas, y la puse encima de su mesa y me senté porque no se me ocurrió irme para el rincón solo faltaba eso que me viese castigado.
El director dijo:
-Me dice la señorita que venga a ver a ustedes que estáis trabajando, vengo y lo primero que me veo es cuatro o cinco idiotas jugando a las cartas. Me voy pero que no se te olvide a ti si a ti que vendré esta tarde.
Viene la señorita muy enojada y desde el centro de la clase dice: A ver quien ha sido el imbécil que el director le ha llamado la atención, yo levante la mano desde el rincón y se fue para mí y me agarro de una oreja diciendo como no lo pude adivinar.
¡Ai Ai señorita que dueleee! Como puede ser pero si estabais todos trabajando si habéis hecho unos grandes trabajos. De pronto una alumna dijo:
-Señorita aquí está pasando una cosa muy injusta, el castigado ha sido el que ha hecho todos los dibujos es un artista. La señorita dijo:
-¿Un artista, un artista? Y se fue pa mí y yo me puse las dos manos en las orejas.
-¿Tú has hecho los dibujos?
-Yo si señorita
-¿Entonces me ha desobedecido y te has ido del rincón?
La alumna dijo que era ella la que había llevado la cartulina al rincón y luego casi todos lo dijeron también como agradecimiento a mis dibujos así que la señorita quedo más tranquila. Se fue para su mesa y vio la baraja de cartas mientras que toda la clase la observaba como miraba las cartas y pregunto quién había hecho aquel trabajo.
Yo levante la mano y se fue para mí diciéndome que era un trabajo grandioso y muy artesanal que porque no se lo había enseñado y porque no le dije al director que las cartas eran pintadas. Le dije que no me dio tiempo de decírselo.
Ella sintiéndose mal me dijo que volviese a mi sitio y que no se me ocurriera nunca olvidar nada de lo que ella mandase. Afirme que si y ella me dio las cartas.
-Señorita no, ¡noooo! no me dé usted las cartas, el director no quiere que las coja de la mesa ¡nooo! señorita pónsela usted en la mesa.
-No te preocupes quédate con ellas, yo hablare con él antes de la clase de esta tarde.
Mis compañeros me decían que no confiara que la dejase en la mesa pero yo confié en ella y por la tarde llego el director.
Entro en la clase y se sentó como un pistolero ¿Por qué pregunto primero, por quien pregunto segundo? Me llamo y me dijo que porque no deje las cartas en la mesa y yo quise responderle pero no sabía explicarme. Contemplo las cartas, me puso junto a él y me dijo que le acercase la papelera.
Una a una despedazo cada carta en todos los pedazos que pudo conteniendo una ira y una rabia interior inexplicable para mí hasta el día de hoy.
Me duro bastante el disgusto agresivo y violento que presencie. A través de los años trate de sacarle algo positivo a aquel ejemplo y lo único que saque fue la satisfacción que me queda aun de saber que nunca fui un jugador compulsivo.
Chiclana de la Frontera. El jugador compulsivo 

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