Jamás pude calibrar la grandiosidad de aquella
carrera, valla con dios el cimarrón o el éxodo bíblico aquello era algo
indescriptible apocalíptico cuando nos dimos cuenta ya estábamos corriendo,
¿qué era lo que me hacía a mi pensar que ganaría?
Me adelantaban y luego los rebasaba, todos tan simples
tan iguales, no hubo posibilidad alguna de salir a aquella carrera con alguna
ligera ventaja ni en las posiciones de salida ni en la veteranía ni en el
tiempo que pudiésemos tener alguno de los atletas en prepararnos anteriormente porque todos éramos
iguales, todos éramos individuos todos vestíamos de blanco no había propaganda
no había más colores ni categorías ni corríamos por equipos, ni teníamos patrocinadores,
ni dorsales, ni éramos amigos ni nos conocíamos porque precisamente de eso se trataba de que
el compañerismo no se manifestara al igual que ningún otro tipo de factor
humano.
Todos con la coincidencia de una sola idea de convencimiento.
Todos con la coincidencia de una sola idea de convencimiento.
De tanto y tantos miles de millones no me lo podía creer
cuando tuve delante de mi persona la cinta de la meta sin sacrificio sin
sufrimientos al contrario divirtiéndome para poder encontrarme con la victoria quedándose todos perplejos mirándome
mientras que la envida se lo comían, aquel tipo era yo y lo recuerdo
perfectamente como si fuese ayer.
No puedo comprender como que de todas las carreras
de mi vida aquella fue la que la corrí mas a gusto, quizá por eso fue la causa
que me hizo que la ganase aunque a mis rivales también les notaba yo de que se
lo estaban pasando bien.
Ahora cuando hace ya tanto tiempo de aquello y en
mis peores momentos de angustia y desesperación me relajo y me reconforta mucho
recordar aquel instante de verme único e irrepetible como algo infinitamente
imposible de superar, algo maravilloso que no me hizo sentir en ningún momento
de la lucha ningún ser superior ni mucho menos privilegiado de condición ni de posición.
Corrí porque corrí y no porque tenía que demostrar
nada a nadie ni a mí mismo siquiera, corrí sin ningún tipo de interés,
totalmente desinteresado y sobre todo sin tener ni la mas mínima ni pajolera
idea de lo que trataba el premio.
Cuando me vi como vencedor me encontré por primera
vez con mi propia soledad, la soledad del campeón , aquello que hacía sentirme único
e irremediablemente indestructible porque crean ustedes aquella victoria sería
la causa de una inminente transformación que era ya inevitable e irremediablemente irreversible,
mi fuerza iba creciendo a pasos agigantados por mucha seguridad que sintiese sentía
también la sensación de que no iba a ser la suficientemente suficiente como para
dejar de ser vulnerable a lo que me venía encima.
Aquel premio que había ganado lo oí por comentarios
de que se trataba de lo más grande y lo más hermoso que pusiese alcanzar un
ser humano en este mundo, porque aquel premio créanme señores era mi vida. La única
que tengo la mía, la que poseo, la de ahora.
¿Quién me lo iba a decir a mí?
¿Por cuánto en el mundo me lo iba yo a imaginar?Chiclana de la Frontera ¿por cuanto en el mundo me lo iba a imaginar?
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