sábado, 11 de abril de 2015

LOS MILAGROS DE LA MILI (hoy presentamos: La pelonada del mulo de reten)

Aquella mañana era soleada y tranquila recuerdo que era sábado la cosa estaba bastante apacible y pasmosa. era mi primer sábado en el cuartel, me preguntaba a que se debía aquella tranquilidad, claro estaba, casi todo el mundo estaba de fiesta y los demás soldados en el pueblo, algunos de servicios y otros en la cantina, poco ambiente y yo intentando empaparme todo lo mas en el menos espacio de tiempo y pasando lo mas desapercibido posible. 
Lo estaba consiguiendo con mucha facilidad y eso me hacia sentirme seguro ya que nunca me pude ver como parte de un paisaje


Allí Salí yo con mi traje de bonito, tranquilo sin prisas, voy a salir a la explanada, de pronto un compañero mío baja corriendo por la escalera me ve y se para delante de mí, me pone sus dos manos en mis dos hombros y dice todo alarmado, alegre gritando de alegría y me dice “TU PUEBLO, ESTA SALIENDO EN TELEVISION TU PUEBLO VAMOS CORRE HACIA ARRIBA EN EL TELECLUB ESTAN SALIENDO TU PADRE TU FAMILIA, TUS HERMANOS Y PRIMOS CORRE VAMOS CORREEEEEEE”. Sin pensarlo siquiera corro hacia arriba de la escalera subiendo los escalones de tres en tres, a la vez que subía mis ideas se ponían en orden y reflexionaba. ¿Cómo aquel imbécil me había dicho que subiese a ver mi pueblo y mi familia si yo no lo conocía de nada? Subí arriba al teleclub y me veo una especie de episodio mañanero de estos de la época donde a todo color se veían una piara de cochinos jabalíes y hablaba de la campiña de Extremadura y todos los cerdos negros y gruñendo. Empecé a pensar en andaluz “ME CAGO EN TO TUS MUERTO, CABRON HIJO DE LAS SIETE MIL PUTAS, ESE ME LAS PAGAS, JODER QUE SI ME LA PAGA.
Tratandose de que la mañana era muy buena trate de que se me pasara la rabia bajando indignado los escalones y culpando mi falta de atención por ser nuevo y por no percatarme de que allí tenía que estar más despierto, no podía caer en esos rollos. Por eso decidí no salir al pueblo y echar aquella mañana por allí curioseando y enterándome de las cosas, primero quería saber por dónde se ponía y por donde salía el sol, luego quería saber dónde estaba el cuerpo de guardia y donde estaba el resto de las instalaciones. Paseaba tranquilamente con mis manos detrás por debajo de aquellos frondosos árboles detrás de edificio que me albergaba, todo estaba limpio, los arboles cubrían por encima de mí una alfombra aireada y difícilmente penetrada por los rayos del sol.
Pensé para mis adentros que tenía mucha suerte de haber caído allí. Delante del edificio que me albergaba había una enorme explanada, grande lisa y toda llena de chinos grises que la mayoría de las veces se mezclaban con las colillas pero en aquel momento no era el caso de pensar en las colillas.
Miraba hacia aquel fondo y veía una enorme montaña que estaba adornada en su crezca una especie de construcción como un monasterio o un santuario que con el tiempo se convertiría dentro de mi mente como el gran signo de referencia de aquel lugar, todo aquello era maravilloso, mientras paseaba el aire fresco de finales de mayo mezclado con el fuerte sol que no lo llegaba a calentarlo y que todavía recorría mis alrededores.
De pronto un toque de corneta, un toque raro, extraño, que clase de toque puede ser este, no lo he oído nunca, “HORROOOR GENERALA” no, no era generala ni siquiera en el CIR. Jamás he oído ese toque. Me acerque lentamente hacia un soldado que guardaba la puerta de la compañía, era un tipo tosco, montañés con bigote peludo muy incomodo de ver por no decir más feo que la parte de atrás de un frigorífico y no tenias dos cejas tenía dos matas de pelos, no me podía explicar cómo los mandos no le permitían pelos largos en la cabeza y allí si, yo me acerque a darle conversación pero no me dio tiempo el me dijo: BULTO. QUE HACES AQUÍ, NO TIENES NADA QUE HACER, VAMOS ALEJATE DE AQUÍ DE LA PUERTA. Me aleje muy tímidamente y empezó a contradecirme los pensamientos que mi reflexión era que aquel lugar por muy maravilloso que fuese si las personas eran desagradables podía convertirse en un infierno.
De pronto oí otra vez esos toques de corneta, no era la hora de desayunar, tampoco era de almuerzo y no me cuadraba aquellos toques tan raros que jamás lo había oído ni siquiera en el CIR que teóricamente se suponía que te lo habían enseñado todo. Me disponía a acercarme otra vez a ese soldado tan desagradable y le pregunte por los toques. El soldado me dijo que eran toques de aviso para que los mulos comiesen y que todos los soldados que se acercaban a las cuadras le tenían que dar de comer, yo me lo tome a risa porque creía que estaba bromeando y me reí en su cara. Yo le preguntaba que pasa porque tantos soldados le tenía que dar de comer a tantos mulos?, si con un soldado que le diese de comer a todos era suficiente. El me pregunto que si  yo era imbécil y yo le respondí que no y además bastante convencido, seguidamente los soldados se acercaban hacia las cuadras para facilitarle la comida a los animales: Me sentí ridículo y de pronto cuando estaban todos dentro de aquel enorme y largo edificio yo no sé lo que hacían que se oía otro toque de corneta y los mulos emitía rebuznos todos a las vez que salían de aquellas ventanas y rebuznos a discreción, no es por exagerar pero yo estaba asustado.
Se oían unos doscientos rebuznos mal organizados y escandalosos no estaban orquestados y yo presenciaba todo ello desde la baranda de la parte alta de la explanada, tengo que admitir que estaba estupefacto por la escena que era más que surrealista, era bastante cómica y apenas sin sentido.
Al terminar los rebuznos empezaron todos los soldados a salir de allí hacia arriba todos hablando sin formar y algún que otro mando con ellos entremezclado mientras yo lo observaba todo y me preguntaba ¿por qué rebuznaban todos a la vez?. Una vez que el paisaje volvió a la tranquilidad, me acerque a aquel soldado otra vez pero como si fuese por inercia pero cuando él me detecto a los lejos me llamo inclinando la mano hacia arriba y terminándola de bajar con el dedo índice apuntando hacia el suelo como si se trátese de la llamada a un perro o algo así. Me dijo: SABES SI ALGUN BULTO DE LOS NUEVOS HA LLEVADO EL MULO DE RETEN A RECONOCIMIENTO MEDICO?  Yo conteste que no sabía nada y entonces el grito al cabo y se lo pregunto, el cabo de compañía desde dentro dijo: VAMOS ESCOJE TU UN BULTO Y QUE SE ACERQUE RAPIDO CON EL MULO AL TENIENTE MEDICO ANTES DE QUE ESTE SE VALLA. El soldado me dijo: TU MISMO ANDA VETE Y QUE TE DEN EL MULO DEL RETEN QUE ESTA HERIDO Y SE LO LLEVA AL TENIENTE MEDICO QUE ESTA ALLI EN AQUEL EDIFICIO CRUZANDO LA EXPLANADA. RAPIDO QUE VAS TARDE. El edificio era el botiquín del batallón ósea un lugar donde había un oficial y unas camas con algún que otro enfermo o accidentado en observación y alguien de guardia que atendía algún que otro accidente que se podía ocasionar. Yo pensé y dije y porque yo, no hay nadie más?, pero porque no va el teniente a ver al mulo? y no el mulo al teniente, es más fácil. El soldado me amenazo me volvió a decir “ERES IMBECIL” lo de imbécil yo de verdad ya estaba empezándomelo a creer estaba ya convenciéndome a mí mismo. Dijo que cuando un mulo se ponía enfermo o lastimado uno de los nuevos se lo tenía que llevar al teniente medico. No solo parecía, si no que era una broma, era una pelonada?, era verdad?, era un procedimiento militar rutinario? o es que yo estaba hecho un lio y volví a negarme con un no rotundo y le conteste que yo solo llevaba allí un par de días y que no podía hacer una cosa de esa responsabilidad. El soldado me dijo que vale, que allá yo con mi insubordinación y mi falta de sentido de responsabilidad había un insulto muy característico allí que jamás volví a escuchar en toda me vida y era ese de “MOÑON QUE ERES UN MOÑON SIGUE ASI QUE VA FINO.
Pasó un cuarto de hora y no pasaba nada y la incertidumbre se apoderaba de mí y me acerque lentamente hacia las cuadras, discretamente, disimuladamente para pasar lo mas desapercibido posible y entré allí  y me encontré con el cabo de cuadras que ordenaba a varios soldado a limpiar todo aquello.
El estaba muy pendiente a su trabajo y le impacto mi presencia allí con uniforme de bonito e intentando pasar desapercibido y cuando me pidió una explicación de lo que hacía yo allí le dije que estaba dando una vuelta de reconocimiento, el parecía que estaba esperando la pregunta del millón y se la hice y le dije: CABO SABE USTED CUAL ES EL MULO DEL RETEN?. Cuando el cabo dio un alarido y dijo: DIOOOOS. EL MULO DEL RETEN NO HA LLEGADO A RECOJERLO NADIE Y EL TENIENTE MEDICO SE VA A IR YA. SE ME HABIA OLVIDADO. No sé lo que me entro y le pregunte cual era ese mulo y allí estaba ese hijo puta mulo Otilio era la primera vez que lo vi. Era color blanco siempre era él, estaba allí tan tranquilo con un pañuelo liado en la pata y preparado para llevarlo. Yo asustado con uniforme de bonito en cuadras y pretendiendo pasar desapercibido le informe al cabo que un soldado de guardia de la compañía me lo había ordenado pero que yo no le hice ningún caso. El cabo gritándome me dijo anda corre y que tengas suerte.
Me fui para el mulo y lo desate. Recuerdo muy bien la mirada característica de la bestia me miraba como si fuese Clint Eastwood. Mas cabreo me daba cuando me miraba así y por supuesto que lo haría más de una vez. De allí Salí yo vestido de bonito que era como estaba y con mis botones de color oro brillante y aquel mulo blanco que lo tiraba de una cuerda y el casi se negaba a ir donde iba yo. El mulo estaba pasando vergüenza, parecía que me quería advertí de que todo aquello era una broma pero bastante pesada y sin precedente, pero yo no me quitaba del pensamiento la gran puesta en escena y la compenetración del cabo que sin darle importancia se quedo dentro de la cuadra y empezó a trabajar disimulando aquella falsa rutina. Yo totalmente despierto mirando hacia todos los lados, intentando ver algo que me hiciese sospechar que aquello era una broma y que no podía ser verdad y poder justificar el abortar aquella terrible misión. Cada vez que me acercaba al botiquín se me revolvía más las tripas, nada era sospechoso, todo era tranquilo, la tranquilidad me quemaba los intestinos, el soldado de cuartel a lo lejos me indicaba con las manos la dirección a seguir. De pronto llegue a la puerta del botiquín, era una puerta grande de una hoja con un escalón de bajada y de pronto vi que había un salón que a ambos lados se repartían una hilera de camas de literas y algún que otro soldado de baja accidental o enfermo estaba mirando mi medio cuerpo hacia dentro. Dije: AQUÍ TRAIGO EL MULO DEL RETEN y tire del animal y cuando advirtieron su presencia saltaron despavoridos, recuerdo que un cojo dio un salto desde la cama de litera al suelo con muleta y todo, alguno se ocultaron e intentaban apagar sus risas en las camas pero algunas carcajadas eran inevitable de oír. Yo al detectar las risas empecé a dar media vuelta pero un espabilado de ellos me dijo “VAS A ENTRAR DE UNA PUTA VEZ?” Ya era demasiado tarde. Otro de ellos dijo: ENTRA. HACIA LA DERECHA QUE ESTA EL TENIENTE MEDICO, PREGUNTALE A EL. Sobre unos siete u ocho metros entre en el interior con el animal sobre las camas de litera, mientras pensaba que aquel paso no era un paso rutinario de mulos y me acerque a aquella puerta de cristal y cuadre a mi derecha al animal, pegue dos golpes a la puerta que era de dos hojas y con cristales y seguidamente la abrí y vi un teniente sentado en su despacho no me acuerdo que era lo que hacía, si escribía, si leía pero de lo que me acuerdo era de cómo me miraba muy extrañado y le dije: MI TENIENTE AQUI LE TRAIGO A USTED EL MULO DEL RETEN PARA QUE LO RECONOZCA. El teniente me volvió a mirar y dijo: QUE DICES SOLDADO?, yo pensando, valla con mi acento andaluz, volví a repetir la frase era con voz alta y clara pero aquel hombre desde el lugar que se encontraba no podía descifrar lo que le decía. Y me preguntaba “QUE MULO?” y yo le respondía “EL DE RETEN” “EL DE RETEEEN? Cuando de pronto pensé, voy a enseñarle  el mulo para que lo vea y así comprenda que hago aquí y tire de la cuerda del animal y la cabeza del animal apareció por detrás de mí por el marco de la puerta. No puedo decir que su reacción me cogió de sorpresa porque había llegado la hora de la verdad, o se habían quedado conmigo o aquello era pura rutina. La cara y la cruz del momento eran inminentes, me daba tiempo a pensar y a pedir por favor de que aquel hombre actuase en modo normal y rutinario. Pero todo lo contrario Aquel hombre se llevo una impresión terrible, dio un respingo mezclado con salto y salto y comenzó a gritar, tropezó con el sillón mientras decía una y otra vez una sola cosa, “esto es increíble, esto es increíble” yo no sabía que pensar hubo un par de segundo que lo de increíble me pensé que lo decía por que el mulo estaba demasiado enfermo o algo así pero yo lo veía bien me daba empujones mientras que el animal se ponía nervioso y el empezó a contenerse cuando vio que el animal deseaba salir de allí antes de ponerse a dar coces sobre las literas, lo calme y lo tranquilice pero tenía primero que cuadrarlo no tenia sitio para girar 180 grado que era lo que yo pretendía porque lo que si estaba seguro que marcha atrás no podía hacerlo no sabía y el animal refregaba los hocicos en las corchas de las camas. Y para que diese la vuelta y saliese de allí mientras que miraba las caras de los enfermos que se reían sin parar todos arrinconados y apilados mientras que el teniente medico mandaba silencio mientras seguía diciendo esto es increíble que yo fuese tan estúpido. Cuando salí a la explanada vi que todo el aforo de la cantina, estaba allí viéndome con aquel mulo, el teniente cuando ya era dueño de la situación se le notaba las ganas de descojonarse y me dijo que le dijese al cabo de cuadras que fuese a verlo inmediatamente. Cuando cruzaba la explanada todos los soldados no me aplaudían a mí, aplaudían al feo y bigotudo cuartelero y al cabo de cuadras como si ellos fuesen los héroes y reían a la vez y yo quería que me tragara la tierra. Llegue allí y le dije al cabo que el teniente quería verlo, el se dirigió hacia allí saludando a la gente de la cantina que lo aplaudían mientras que se secaba las lagrimas de la risa. La situación era ridícula pero solo para mí. Deje el mulo allí en su sitio y otra vez esa estúpida mirada de mierda que parecía que decía “eres tonto macho, eres tonto”. Me fui hacia la compañía, entré en mi camareta y me senté en mi cama y me puse a pensar y a reflexionar me daba la impresión de que aquel lugar no iba a ser nada fácil. El mismo día y el siguiente no se hablaba de otra cosa algunos me hablaba muy bien de Otilio decían que era muy noble y muy buena gente que si me hubiese tocado otro mulo no hubiese soportado todo eso. Y yo reflexionaba y decía que más hubiese valido que fuese otro y no ese estúpido mulo que se prestó a todo aquello.

Habían pasado dos días en el cuartel y al segundo día ya no pude cumplir lo que tantas veces me había propuesto y prometido  a mí mismo y era el pasar desapercibido. 

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