jueves, 20 de octubre de 2011

Un claro de luna



Millones de datos, millones de talentos, millones de información a diario, cada hora, cada minuto, cada segundo. Nos acercamos a la línea, cada vez la sentimos más cerca de la que la sintió nuestros padres y más lejos de la que sentirán nuestros hijos.
Todo en papel, fotocopias, todo a través de cables, de ondas, de proyección de soportes informáticos, de materiales frágiles, vulnerables. Todo el conocimiento sobre nosotros mismo y nuestra civilización que ya no escribe sobre las piedras ni con pinturas rupestres sobre paredes en cuevas ocultas, eso pertenece al pasado porque resulta que somos personas mas civilizadas y con la inteligencia mas desarrollada.
El ser humano ya no se comunicará con el futuro a través de ninguna piedra ni sobre ningún tipo de mineral para confirmar constancia de su existencia en este mundo salvo en los epitafios sobre el mármol que etiqueta la identidad de un despido humano. Un mármol que dentro de poco será quizás sustituido por metacrilato o silestone para poder inscribir “Aquí yace fulanito de tal y tal”

Quizás nadie se halla parado a pensar por ser demasiado civilizado que en un inminente cataclismo inesperado la humanidad y su rastro sea arrasado como un soplo de viento y se valla ar carajo to, los cables, las antenas colectivas, palanganas comunitarias, disco de cd, pendrais, repetidores, ipod y móviles de última generación para que a posterior llegue a este planeta un futuro viajero de las estrellas y se encuentre aparte con las mismas pinturas rupestres y la lapida de fulanito y porque estaba en mármol. Y pueda pensar “valla civilización mas imbécil” No fue capaz ni siquiera de firmar en un sitio mas solido.
Sin hacerse la más remota idea de que una melodía como el claro de luna de beethoven existió y se hubiese podido interpretar por otros seres de otras galaxias.

Un claro de luna. Chiclana de la Frontera

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